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El silencio de los genios vs. el ruido del ego.

  • Foto del escritor: Pablo Granell
    Pablo Granell
  • 12 feb
  • 2 Min. de lectura

Vivimos en una era en la que la visibilidad es casi tan importante como el talento. Redes sociales, entrevistas, apariciones constantes en medios... parece que si no estás presente, no existes. Pero, ¿qué pasa cuando miramos a figuras como Cristóbal Balenciaga? La semana pasada estuve viendo un reportaje sobre la figura y obra de un hombre cuya genialidad redefinió la moda y que, sin embargo, solo concedió dos entrevistas en toda su vida: una en 1968 para Paris Match y otra en 1971 para The Times.


Balenciaga no necesitaba explicarse, justificarse ni venderse. Su obra hablaba por él. En cambio, hoy el ruido y la exposición parecen haberse convertido en un requisito para el éxito, y esto aplicado a todos los ámbitos, y por supuesto al turístico. Pero ¿realmente lo son?


🔹 Del "mírame" al "entiéndeme" Balenciaga demostraba que la autoridad y la relevancia no dependen de la cantidad de veces que se dice algo, sino de lo que se hace. Su silencio no era falta de ambición, sino una prueba de su seguridad y enfoque en lo esencial: la excelencia.

🔹 La paradoja del reconocimiento Hoy, la validación parece venir de los "likes", las menciones y la viralidad. Pero en el caso de Balenciaga, su reconocimiento vino de sus creaciones, del respeto de sus contemporáneos y del impacto duradero de su trabajo.

🔹 ¿Hablamos demasiado? Vivimos en una época donde todos queremos ser vistos y escuchados. Pero, quizás, en un mundo saturado de ruido, el verdadero diferencial está en hacer cosas que hablen por sí solas. Menos ego, más legado.


No se trata de desaparecer ni de ignorar los canales actuales, sino de recordar que el éxito real no se grita, se construye. Como lo hizo Balenciaga. 


 
 
 

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