Durante décadas, el turismo en el interior de nuestros países se ha articulado bajo una etiqueta casi ineludible: "turismo rural". Un término que parecía contener en sí mismo toda la promesa del descanso auténtico, del regreso a lo esencial, de la conexión con la tierra. Pero hoy, ante nuevos públicos, nuevas sensibilidades y nuevas formas de viajar, cabe preguntarse: ¿sigue siendo “lo rural” un concepto útil o se ha convertido en un ancla que frena la evolución del turismo e